Octubre ya está aquí y no debemos olvidar que el primer jueves de este mes se celebra el día Europeo de la depresión, un día señalado en el calendario desde el año 2004. La necesidad de señalar este día es que la salud mental ha estado apartada del término global de bienestar y promoción de la salud. Según las cifras, sólo en Europa encontramos 30 millones de personas con esta enfermedad y más de 350 millones en todo el mundo. La pasada pandemia provocada por la aparición del coronavirus ha sido un periodo decisivo que ha aumentado considerablemente las cifras de personas que sufren enfermedades mentales como cuadros de depresión o ansiedad. Hoy queremos centrarnos en esta enfermedad, que tantas bajas por depresión conlleva y en un sector concreto: la depresión laboral.

La depresión laboral, un toro que aún no se ha cogido por los cuernos

Cuando hablamos de depresión cuando nos encontramos ante sentimientos de falta de energía, sentimiento de tristeza profunda continuado, desmotivación laboral, ansiedad sin motivo aparente y dificultad para la concentración.

A veces, las personas se ven sometidas a condiciones de trabajo que no son las más adecuadas: se trabaja en un ambiente hostil o se vive en una sensación de injusticia, entre otras situaciones, se puede acabar entrando en una situación de depresión laboral, ocasionada por el trabajo y que nunca habríamos tenido si no se hubiera estado inmerso en esas condiciones laborales. Sabiendo que la depresión es un trastorno metal, en el que más del 40% de las personas que la sufren no son capaces de identificarla, y más del 50% no reciben el tratamiento adecuado, no es de extrañar que en el ámbito laboral se el reste importancia a estos sentimientos que enumeramos anteriormente.

Esto sumado a la vergüenza que a veces sienten las personas que identifican el padecimiento de esta enfermedad, la estigmatización de las enfermedades mentales, la falta de comunicación y de comprensión puede llevar a situaciones cada vez más complicadas en el ambiente de trabajo. Por lo tanto, lo que suele ocurrir en la mayoría de este tipo de situaciones es que acaban derivando a una baja por depresión porque, realmente, la depresión te incapacita para trabajar.

Qué debes saber sobre la baja por depresión

La baja por depresión es una situación de baja laboral donde una enfermedad mental, que es la depresión, incapacita a una persona para el ejercicio normal de sus responsabilidades dentro del puesto de trabajo.

Hay personas que se siente reticentes a pedir la baja por depresión por la vergüenza de que su baja esté motivada por una estigmatizada enfermedad mental o por temer ser juzgados por las personas que no lo entienden.

Esto no tiene por que ser así, ya que el trabajador no está obligado a comunicar a la empresa el motivo de su baja. Si decide hacerlo es por su propia decisión, no por obligación. La única persona que tiene que conocer los detalles referentes a la salud de una persona, ya sea física o mental, es un médico, nunca el empleador o el jefe del trabajador.

Las personas que se cojan la baja por depresión en su trabajo, deben estar informados y saber que hay un tiempo máximo para permanecer en este estado laboral por este motivo.

Doce meses consecutivos es el tiempo máximo que se puede estar de baja por depresión.

Eso sí, si el médico o la mutua lo consideran justificado, la baja se puede ampliar durante 6 meses más excepcionalmente. Durante este tiempo, la persona que está de baja también debe conocer qué actividades puede o no puede realizar. Es un tema sensible y controvertido, pero la administración considera que si una persona que está de baja por depresión lleva una vida especialmente activa puede estar cometiendo un fraude.

Pero ¿qué es una vida especialmente activa?

Debido a la ambigüedad, finalmente se ha establecido que una persona con depresión puede realizar las actividades que el médico autorice.

Por ejemplo, presentarse a una prueba académica, un examen o una oposición estando de baja por depresión puede resultar sospechoso, ya que se supone que, igual que no tienes capacidad mental para desempeñar las funciones de tu puesto de trabajo, se supone que no deberías poder desarrollas mentalmente una prueba académica. Aún así, se sigue dejando la última palabra al médico. Aunque en gran parte de las oposiciones públicas, directamente no se puede participar estando de baja por depresión.

Por otro lado, si una persona de baja por depresión se plantea viajar, debe estar autorizado por un médico que indique que el viaje es favorable para la salud o, al menos, que no supone un agravante para la situación mental de la persona. Es un punto a favor de la persona que esta de baja el disponer de un informe médico donde se indique esto si está pensando en viajar.

Por último, debe quedar claro que en ningún caso se puede realizar una actividad económica diferente a la propia donde se está de baja, ya que rompe el principio de buena fe y la persona de baja perdería tanto su empleo como la prestación por la baja.

Desde aquí, queremos mandar mucho ánimo a las personas que están sufriendo una depresión y les recordamos que se apoyen en sus seres queridos y en sus compañeros de trabajo. Verbalizarlo es el primer paso para poder sentirse apoyado y arropado.

Nos leemos en redes sociales ;)